sábado, 5 de marzo de 2016

MARK > MARKA > MARCA (Territorio fronterizo)


                   
Con impulsión continua muchos pueblos germánicos corrían de la
Escandinavia a Cartago y de Irlanda a Constantinopla”. [1]




En la actualidad, relacionamos este vocablo con palabras, frases, imágenes o diseños que sirven para distinguir un producto o servicio y que son de exclusiva utilización por parte de la persona física o jurídica que ha realizado la inscripción de aquellas expresiones en los registros del organismo competente.

Obviamente nos estamos refiriendo a la llamada “marca de fábrica” o “marca registrada” (en inglés trademark) de vital importancia en las actividades industriales, comerciales y de prestación de servicios.

En otros ámbitos, como el rural, y tal como preceptuado por el DRAE, es toda “señal hecha en una persona, animal o cosa, para distinguirla de otra, o denotar calidad o pertenencia”. [2]

Pero aún cuando, desde los más remotos tiempos de la humanidad, existieron la posesión y los intercambios de manufacturas, animales o cosas, además del tráfico de personas, no es ese el origen del término que nos ocupa.



Según la Real Academia proviene del bajo latín marca (es decir del latín tardío, hablado y escrito a partir del siglo II, durante la decadencia del Imperio Romano y el posterior transcurso de la Edad Media) y esta expresión se considera originada, a su vez, en una de las lenguas germánicas, marka, del alto alemán antiguo, período precoz de esa lengua (mark en el grupo de los países nórdicos o escandinavos) donde tenía el sentido de “territorio fronterizo”. [3]

Ocurre que con la declinación romana, distintos pueblos periféricos fueron ocupando la Galia, entre ellos los francos, que hablaban una de las modalidades propias de los pueblos germánicos, derivadas todas de la familia de lenguas indoeuropeas, aunque pronto adoptaron el latín vulgar, usado por los moradores ya arraigados.

Paulatinamente, con el correr de los siglos, el lenguaje en ese territorio se fue transformando en lenguas diferentes del germánico o del latín y, a partir del siglo XI, se manifestaría netamente, entre otras variedades románicas, la que terminaría por conformar el idioma francés.
http://www.historialuniversal.com/2010/07/imperio-carolingio-de-carlomagno.html


La península de Bretaña se extiende sobre el Atlántico norte, frente al Canal de la Mancha, con un marcado relieve de abruptos acantilados, originalmente poblada por los celtas, fue invadida después por los galos, posteriormente por los romanos y ocupada por pueblos britanos que emigraban de sus posesiones insulares en la Britannia románica, expulsados por los invasores germánicos.

El reino de Neustria, la nueva tierra del poniente, se extendía en el territorio comprendido por los ríos Loira, Sena y Mosa, siendo el resultado de la tradición germánica de repartir el dominio de grandes extensiones entre sus descendientes, causa por la cual se practicaron sucesivas divisiones, anexiones y redistribuciones que, a su vez, originaron innumerables conflictos dinásticos, intrigas, muertes violentas y guerras, entre las distintas facciones de la misma estirpe.

La “marca bretona” fue creada por los reyes merovingios y replanteada por los carolingios, para defender el resto de las regiones del noroeste de la Francia actual ante los avances de los levantiscos bretones; a su vez, la “marca normanda” se organizó para proteger el flanco norte de las invasiones de los temibles vikingos, por lo que los territorios fronterizos comprendidos fueron conocidos como La marche de Neustrie, hasta que fusionadas ambas, por nuevos desmembramientos territoriales que darían lugar – entre otros – a la instauración del ducado de Normandía, cuyo gobernante sería conocido como demarchus, es decir, “señor de dos marcas”.

Carlos I el Grande, más conocido como Carlomagno, rey de los francos, prosiguiendo la política expansionista de guerras, conquistas y diplomacia de sus antecesores, había consolidado hacia el año 800 el vasto Imperio Carolingio, que se extendía, desde la región pirenaica de España, hasta los ríos Elba y Danubio por el este (abarcando Francia, poco menos que en su totalidad, así como la mayor parte de las actuales Alemania, Austria, Luxemburgo, Bélgica, Croacia, Eslovaquia, Holanda, Hungría, República Checa, Suiza y, allende los Alpes, el norte de Italia).

Por haber alcanzado el mayor dominio territorial desde la caída del Imperio Romano (en el 476) se lo ha considerado el padre de la unidad europea. [4]


En la época feudal de la Edad Media, el concepto de frontera no tenía la precisión actual, relativa también en muchos casos; en aquellos tiempos se hablaba más bien de “marca”, zona imprecisa e inestable, vanguardia necesitada de fortalezas defensivas y ordenada protección armada.

En esos dilatados dominios, divididos en ducados, marcas y condados, gobernaban poderosos y temibles señores de la nobleza guerrera, con diferentes prerrogativas y atribuciones, militares, económicas y judiciales. En las regiones fronterizas el mando castrense de varios condados solía subordinarse a las órdenes de un marqués (markgraf en alemán, traducido como margrave) conservando cada condado la administración civil.



Antiguos topónimos revelan la dispersión de la raíz “mark” hacia las latitudes más distantes. Así como Ostmark fue meramente una marca oriental sobre la que después se configuró el “Reino del Este” (Österreich, en alemán moderno, que conocemos por el exónimo de Austria, en su errónea derivación latina) Danmark era un lejano confín o marca de los daneses (Reino de Dinamarca) y Finnmark es el nombre de la provincia más septentrional, extensa y menos poblada de Noruega.

Oslomarka es el nombre de las zonas boscosas, montuosas y lacustres situadas en los alrededores de Oslo, Noruega, pobladas por frondosas coníferas, hayas, robles, abedules y habitadas por renos, linces, castores, alces, ciervos. Están atravesadas por una extensa red de senderos señalizados para favorecer la recreación y el turismo. 


El último elemento, mǫrk>mark, del nórdico antiguo, se refiere a tierra colindante, a una división comarcana, expresión notoria también en algunas de sus áreas, entre las que se destacan las de Vestmarka, Bærumsmarka, Nordmarka, Lillomarka, Østmarka y Sørmarka.

Marka es el nombre de pequeños caseríos o aldeas en las provincias o condados de Uppsala, Västra Götaland y Örebro en la parte continental del reino de Suecia; en tanto que Bölsmark, Märkälä, Dagsmark, Ostermark, Övermark, Markkina, Väster-mark, Yttermark, entre otras, están situadas en el territorio de Finlandia.

Markland es el nombre de uno de los tres territorios que descubrió el vikingo noruego Leif Eriksson durante su travesía, desde la isla de Groenlandia hasta las desconocidas tierras americanas a principios del siglo X.

Actualmente se cree que llegaron hasta la isla de Terranova, basándose en el descubrimiento de un pequeño asentamiento que constituye hasta la fecha el único vestigio real que los nórdicos dejaron en territorio americano, supuestamente, Markland sería la zona sur de la península que actualmente conocemos como del Labrador, densamente poblada por bosques boreales de coníferas, aunque su exacta ubicación dependerá de futuras excavaciones arqueológicas.


Es de señalar que repetida e insistentemente se dice que la palabra “markland”, procedente del nórdico antiguo, designaría a una “tierra de bosques” o “tierra fronteriza”, no obstante, parece correcto el segundo concepto, porque “bosque” en nórdico antiguo es skógr (skog, en sueco y noruego; skov, en danés y finés; forêt, en normando) además, el bosque, precisamente, sería el límite de la superficie habitable. 



En inglés landmark significa territorio, región, país, hito, marca, mojón, lugar destacado, sitio prominente o punto de referencia para señalar un límite.

Mark, es un pueblo y parroquia civil que se encuentra en el condado de Somerset (Inglaterra) y los lugareños creen que el nombre se relaciona con una antiquísima demarcación comarcal, cuya etimología se remonta al inglés antiguo (mærc, límite; palabra que frecuentemente se escribe con la ortografía alternativa de mearc).
Con el mismo nombre, existe otra pequeña población en la región de Dumfries and Galloway (Escocia).

El valle de Markha, en la región Ladhak, provincia de Jammu-Kashmīr, en el “pequeño Tibet” de la India, es frecuentado por montañistas que atraviesan por antiquísimas aldeas de pastores y milenarios monasterios budistas, en el marco de las imponentes prominencias del Himalaya.
Hay otras aldeas nombradas marka en la India, prácticamente no aparecen en los mapas y parecería imposible obtener la etimología de su nombre:
·  Marka en el distrito Chatra, provincia Jharkhand,      
·  Marka en el distrito Kabeerdham, provincia de Chhattisgarh
·  Marka en el distrito Durg, provincia de Chhattisgarh
·  Marka en distrito Narsimhapur, provincia Madhya
·  Marka en el distrito Rajsamand, provincia de Rajasthan, desértica región de los reinos.
·  Marka en el distrito de Banda, provincia Uttar, a orillasdel río Yamuna.                                              
Hay muchos otros casos similares de topónimos con la raíz marka en Irak, Afganistán, Malí,
Malí, Rusia, etc., pero a pesar de su lacónica trascendencia, la existencia misma del topó-
nimo puede ser un indicio revelador de sus milenarias historias de límites comarcanos.
En Egipto, las gobernaciones se dividen en regiones, cada una de las cuales se denomina
markaz (en árabe: مركز) quedando comprendidas, dentro de estas jurisdicciones o distritos 
una diseminada cantidad de pueblos o aldeas.

Si bien, en árabe, es un término que significa “centro”, también es cierto que en Medio Oriente se aplica a ciertas subdivisiones territoriales o distritos, como en Arabia Saudita.

En Irán cada provincia es gobernada desde un centro local, por lo general la ciudad más importante, que viene a ser su cabecera o capital que, en persa o fārsí, denominan markaz y, además, Markazí (مرکزی) es una de las populosas provincias de Irán que, a pesar de su nombre, no ocupa una posición central, sino que está situada al noroeste del país, siendo uno de los asentamientos más antiguos de la meseta iraní y un milenario yacimiento arqueológico.
      
Marcq-en-Barœul es una ciudad y comuna francesa, situada en la región Nord-Pas-de-Calais. El nombre de “marcq” – tanto de la localidad como del río que la atraviesa – se relaciona con el milenario significado de zona fronteriza, apropiada para el lugar, parcialmente despoblado en su origen e invadido posteriormente por romanos, galos y germánicos, hasta transformarse en coto de caza de la monarquía carolingia y después en una población de cierta importancia.
La amurallada Villa de Marquina (en euskera Markina) era un poblado de la provincia de Vizcaya en el País Vasco (España) erigido para cumplir una función defensiva en una comarca perturbada por las incursiones de agresivos facciosos provenientes de la limítrofe provincia de Guipúzcoa.
El carácter diminutivo del topónimo, que podría interpretarse como “marca pequeña”, es probable que se relacione con la extensión del terreno, pues el poblado y sus contornos, circundados por altas montañas, se asentaban sobre una fértil y atractiva, pero pequeña, llanura.
Actualmente conforma un municipio vizcaíno, con el nombre oficial  de Marquina-Jeméin (en euskera Markina-Xemein) como resultado de la fusión de ambas poblaciones.

Le Marche sono una regione dell'Italia centrale con capoluogo Ancona”. La región de Las Marcas, en castellano, está situada en la península itálica, entre los Apeninos y el mar Adriático, habitada por los picenos, fue sucesivamente invadida por galos, griegos, romanos, godos, lombardos, hasta que conquistada por los francos de Carlomagno, a fines del siglo VIII, fue territorio fronterizo de su Imperio, creándose las marcas de Camerino, Fermo y Ancona, las que luego se unificaron y el territorio regional recibió el nombre Marca de Ancona.
Tras la anexión al Reino de Italia, “il nome di Marca di Ancona” cambió por la designación oficial de Marche, “al plurale”
La Marca del Friuli fue otra marca itálica medieval del noreste, fronteriza con los pueblos magyares (húngaros) gobernada por los “marchesi del Friuli”, mientras que la “marca ávara”, entre otras, se extendía hacia oriente, desde el mar Adriático hasta más allá del río Danubio, para contener a los nómades ávaros, surgidos de las estepas del Asia central. 



Con el objeto de impedir el avance musulmán hacia el interior europeo, tras la ocupación por parte de estos de la mayor parte de la Península Ibérica, el imperio de los francos, con el apoyo de los montañeses autóctonos, de distintos grupos étnicos, recuperaron el territorio que se extendía al pie de los Pirineos, desde la actual Navarra hasta poco más allá del río Llobregat, límite del Islam andalusí hacia fines del siglo VIII, franja fronteriza que fue denominada Marca Hispánica.
En la España cristiana sucesivas e inconstantes marcas fueron removidas en los avances y retrocesos experimentados frente al Islam andalusí, que era la frontera por excelencia. Al mismo tiempo que la expansión territorial, hacia el siglo XIII se iban definiendo y desarrollando los límites o “rayas” entre los diversos reinos de la península, aún lejos del perfeccionamiento que se alcanzaría con la representación cartográfica. Los tratados, pactos y estipulaciones no estaban exentos de disputas y  múltiples enfrentamientos bélicos, aún entre los diferentes reinos cristianos, por motivaciones históricas, hereditarias, fiscales, aduaneras, etc.[5]
Con la ocupación sucesiva de las tierras conquistadas comenzaron a constituirse nuevos feudos regidos por caudillos de gran poder territorial, cuya explotación, como la de los campesinos tributarios, les proporcionaban las elevadas rentas necesarias para sufragar los ingentes gastos que demandaba el mantenimiento de una pequeña corte señorial, erigir palacios y fortalezas, patrocinar iglesias y conventos, efectuar levas entre sus vasallos y alistar la hueste para la guerra.
A efectos de asegurar su lealtad y subordinación, se concedían distintas dignidades nobiliarias, perpetuas y hereditarias, cuyo origen fue principalmente castrense, incluso por las operaciones bélicas entre los diferentes reinos, la palabra marqués, como ya se dijo, “procede del nombre germano de margrave, es decir, jefe de frontera”, título que en el Libro de las Leyes de Alfonso X se define como: “señor de alguna tierra que está en comarca del reino”, por lo que “cuando se dice comarca, se está haciendo referencia a una región fronteriza; esta acepción es similar a la utilizada en el principado de Cataluña donde se llamó marqueses a los gobernadores de la Marca Hispánica”. [6]
En los reinos hispánicos la dignidad más extendida, a partir del siglo XIV, es la de marqués. El marquesado más antiguo en Castilla fue otorgado por el rey Enrique II en 1366, sobre la ciudad de Villena, para Alonso de Aragón y Foix y, en 1445, Juan II hizo merced del marquesado de Santillana a Íñigo López de Mendoza, caballero de rancio abolengo y de reconocida labor literaria, por su intervención en la política y en las milicias reales.

Con el paso del tiempo, los monarcas concedieron dicho título a distintas personalidades de la época por méritos o servicios prestados al reino en áreas científicas, culturales, políticas, económicas, diplomáticas, etc., funciones alejadas de las motivaciones marciales que dieron origen a esta preeminencia. Actualmente sólo tienen un mero carácter honorífico, pues no implican ningún tipo de privilegio.
Si bien en aquellos tiempos el concepto de “comarca” hacía referencia a un sector geográfico que podía contener varios caseríos, pueblos o heredades situadas en los confines de un determinado territorio; en la actualidad se relaciona más con la idea de un contorno natural delimitado por características análogas del relieve, el clima, los suelos, producción, incluso factores históricos, culturales, etc.


En conclusión, con respecto a la raíz germánica mark, expresa el Dr. Joan Tort, del Departamento de Geografía Física de la Universidad de Barcelona, “la documentación histórica nos pone de manifiesto que en los siglos XIII y XIV era utilizada con el significado de “frontera” o “territorio fronterizo” (es decir, colindante a la marca o frontera). No será hasta tiempos mucho más modernos (siglo XVII, en Cataluña) que dicha palabra comenzará a adquirir un significado parecido al actual”. [7]
En su trabajo sobre los nombres de lugar como interpretación del espacio geográfico, dice el aludido profesor que desde los tiempos más remotos, las comunidades nativas o radicadas hicieron explicito su vínculo de posesión manifestando los límites de su pretendido derecho o jurisdicción. “En el lenguaje geográfico son frecuentes las palabras, los giros o expresiones que hacen referencia a este comportamiento”.


 LA MARKA ANDINA


Cuando desaparece una lengua, el único vestigio que queda
 son los nombres de los lugares”. [8]





Tras la dispersión del ser humano por todo el orbe, vaya uno a saber por que intríngulis propio de la evolución de sus milenarios lenguajes, la palabra marka también aparece en el mundo andino desde tiempos prehistóricos, con un sentido llamativamente similar, ya que hace referencia a un espacio geográfico, a un lugar habitado.
Es muy difícil establecer con claridad la filiación lingüística de dicha palabra, dice Fossa, según los antiguos vocabularios consultados de Domingo de Santo Tomás, Diego González Holguín y Ludovico Bertonio, se registra el vocablo marka como "pueblo" o “comarca” y aunque no es posible comprobar definitivamente el origen del término “(debido a la situación en que se encuentran los estudios lingüísticos de esa región y periodo) la posibilidad de que sea un préstamo del aimara al quechua es muy alta. Ello explicaría su presencia en diccionarios coloniales de ambas lenguas”. [9]
No obstante que la expresión “lengua general”, históricamente se consideró como sinónimo de quechua [10], la verdad, según Cerrón Palomino [11], es que hubo tres lenguas generales en el dilatado paisaje andino: quechua, aimara y puquina, en ese orden (adviértase que las tres palabras son graves o llanas).

Las manifestaciones del aimara en espacios tradicionalmente considerados como propios de quechua, presencia atestiguada por la documentación colonial, la toponimia y la existencia de relictos de esa lengua, explica el autor citado, sólo puede entenderse como la evidencia de una antigua y primigenia ocupación preincaica de pobladores aimara en un extenso territorio, desde la sierra norte peruana hasta el altiplano boliviano, regiones en la que después esa lengua sería influida o desplazada siglos más tarde, tras las conquistas incaicas, por la propagación del quechua, incluso hacia contornos ajenos al área original, como Bolivia y el noroeste argentino, escenario geográfico y momento histórico que darían lugar a que esta última sea considerada como “lengua general”. [12]


Si bien no se descarta un milenario origen común, teoría que está muy lejos de haberse comprobado fehacientemente, sí está suficientemente probada una permanente interrelación, contactos y préstamos bidireccionales por más de dos mil años, convergencia por la cual el término marka se encuentra en el repertorio de voces de ambas lenguas andinas, aunque las fuentes citadas aseguran una indudable etimología aimara.
El ayllu es la unidad social compuesta por grupos de familias unidas por vínculos de consanguinidad, descendientes de un antepasado común, que detentaban la propiedad colectiva de un espacio tierra (chakra) que labraban comunitariamente. La agrupación de varios ayllu, distantes a cinco o más kilómetros a la redonda, conformaba una marka, la mayor unidad social y política de cada comunidad. Cada pueblo estaba constituido por un número variable de ayllu.


Cajamarca (del quechua Kasha y del aimara marka) comarca poblada de cardones espinosos; es actualmente la ciudad más importante de la sierra norte del Perú, capital del departamento y de la provincia del mismo nombre, hace referencia a la abundancia de una cactácea con espinas (kasha) vulgarmente llamado “cactus de San Pedro” (Echinopsis pachanoi) especie nativa de los Andes.



Cajamarca es tristemente conocida porque, en sus cercanías, se presentó al inca Atahualpa una comitiva de Francisco Pizarro, en el año 1532,  mientras aquel disfrutaba en las termas de Pultumarka (phullpu: manantial, fuente de agua). En aquella ciudad fue capturado y ejecutado no obstante haberse entregado un cuantioso rescate de oro y plata.
Con el mismo nombre de Cajamarca, existe una pequeña población boliviana en el departamento de Chuquisaca y otros topónimos similares en el territorio de Colombia, como en el Valle del Cauca, Tolima, Antioquía, etc.[13]
Bambamarca (alteración del quechua pampa, llanura, planicie) es una pequeña capital provincial de la región cajamarquina del Perú, circundada por el más grande de los fértiles valles de la zona y rodeada de caseríos rurales, también llamados “comunidades”, productores de papas, maíz, cebada, ollucos, ocas, arvejas, lentejas, etc.[14]
Existe otra localidad peruana del mismo nombre en la región La Libertad.


Calamarca (Qalamarka) “quiere decir pueblo fundado en pedregal”, porque qala significa piedra en aimara, es una población peruana, capital de ese distrito, en la provincia de Julcán y también un municipio de la provincia de Aroma, en el departamento La Paz (Bolivia). [15]

Machacamarca (en aimara, Machaqamarka) “nuevo pueblo” o “pueblo nuevo”; pequeña localidad del actual departamento de Oruro (Bolivia). Por la resistencia de los antiguos pobladores, durante la conquista incaica, se habría ordenado un reordenamiento y traslado poblacional que sería el origen de este asentamiento. [16]
Hay otros parajes con ese mismo nombre en los departamentos bolivianos de  Cochabamba, La Paz y Potosí, como así también en el de Puno, en Perú.
Cundinamarca es un departamento central de Colombia, este topónimo deriva del quechua kuntur, cóndor (Vultur gryphus) por lo que debe interpretarse como “comarca de los cóndores”. En el Perú, irónicamente, se ha llegado a castellanizar, llamándose Cordormarca  un distrito del departamento Libertad y media docena de pequeños poblados en los departamentos de Ayacucho, Cajamarca, Cusco, Huancavelica y Huánuco.

El pueblo de Ancomarca (de janq’umarka, pueblo blanco) se localiza en el distrito de Palca, departamento de Tacna (Perú) es una comunidad aimara asentada a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar, junto a la frontera tripartita con Bolivia y Chile, a tal punto colindante que parte de sus fincas rurales se encuentran en territorio chileno. 
Otro topónimo similar se refiere a un poblado de la Región La Paz (Bolivia).


Uchumarca es una población peruana de la provincia de Bolívar, ubicada en el departamento La Libertad, su nombre es un topónimo híbrido del quechua huch’uy (pequeño) y del aimara marka (pueblo). Es decir pueblo chico.

En el departamento peruano de Ancash tenemos a la milenaria localidad de Marka, comarca formada por cuatro comunidades que, en algún momento histórico, fueron reducidas y concentradas en este valle:
          - Jakamarca, del quechua huanuqueño “jaka”, (qowi, en quechua cusqueño) vulgarmente cuy, cobayo (Cavia porcellus) roedor nativo de las regiones andinas de América del Sur, muy apreciado en la gastronomía tradicional peruana; se traduciría como pueblo con abundante cantidad de cuyes.
          - Chaupismarca, del quechua chawpi, en medio, al centro; entiéndase “pueblo del medio”. Perduran ruinas y restos arqueológicos.
           - Pirkaymarka, del quechua pirka, por lo que sería pueblo rodeado por rústicos tapiales de piedras.  
       - Paraqmarca (¿?) Los restos arqueológicos y las derruidas murallas de un pukara (fortaleza) demuestran que ha sido un importante centro poblado.[17] [18]


Hay infinidad de otros topónimos similares, incluso hidrónimos y orónimos, que se repiten en la geografía andina, pero que resultan sobreabundantes para el fin propuesto de señalar la sugestiva distribución geográfica desde tiempos prehistóricos de la raíz mark y sus derivados, prácticamente, en lugares del globo terrestre diametralmente opuestos.


El valle de Catamarca, en Argentina, es una extensa depresión tectónica delimitada por las sierras de Ambato y Ancasti, fosa atravesada por el río del Valle y poblada desde tiempos inmemoriales por parcialidades sedentarias de grupos humanos a los que después se conocería con los nombres de diaguito-calchaquíes.

SAN FERNANDO DEL VALLE DE CATAMARCA
http://miargentinablogspotcom.blogspot.com.ar/2010/11/san-fernando-del-valle-de-catamarca.html
La proyección de las culturas andinas del norte sobre esta región es evidente, en las laderas propicias se realizaba una distribución comunitaria de tierras, las áreas de montaña se destinaban a la ganadería (cría de llamas) y las de piedemonte al sembrado de maíz, porotos, zapallos, papas, quínoa, ají, entre otros, actividades que se complementaban con la caza y recolección de frutos, generalmente algarrobas.
Esos factores, junto con las obras de regadío, demuestran una clara influencia de la cultura andina, aimara y quechua.[19]
El nombre local, “pueblo de la ladera”, deriva del aimara qhata, ladera, cuesta, pendiente y marka, pueblo.
En la provincia de Caylloma, región de Arequipa (Perú) hay otra pequeña población del mismo nombre.


En el noroeste argentino, en la provincia de Jujuy la principal quebrada de la cordillera oriental (Humahuaca) se extiende longitudinalmente sobre el valle asimétrico del río Grande con dirección norte-sur.
Características del área son las quebradas, ríos y valles transversales, entre los cuales se destaca la quebrada de Purmamarca y el río homónimo que siguen la dirección este-oeste, sumando al pintoresco paisaje sus distintas capas geológicas con afloramientos de arcillas, calizas o areniscas de vivos colores, un valioso acervo arqueológico y pinturas rupestres en distintas cuevas utilizadas por los pastores desde tiempos remotos.
El nombre prehispánico de su principal asentamiento humano está parcialmente alterado pero consagrado por el uso, generalmente se le supone un origen aimara procedente del vocablo puruma, terreno sin cultivar  [20] o del quechua purun/puruna, con igual sentido de campo yermo, erial,  es decir “pueblo en tierra no trabajada”.[21]
No obstante no faltan quienes opinen que deriva del quechua puma (Puma concolor) el “león americano” de los conquistadores españoles, mamífero carnívoro nativo y difundido históricamente, en varias subespecies, por todo el continente y que merecieran alta consideración en la mitología de muchos pueblos originarios.
Debe destacarse que con el nombre de Pumamarka, “pueblo o comarca del Puma” existen varios lugares, aldeas, caseríos o sitios arqueológicos en los departamentos de Cusco, Huancavelica, Pasco, Apurímac y Amazonas en el Perú.[22]



         
Después de un somero análisis de los topónimos encontrados, es sin duda el territorio peruano el que contiene la mayor cantidad de nombres de lugares con el apelativo “marca” en todo el mundo, incluso muchos más que en Bolivia (los que se concentran mayoritariamente en los departamentos de La Paz, Oruro. Potosí y Cochabamba).
En el Perú se multiplican principalmente a lo largo del sistema cordillerano, desde el departamento de Cajamarca, al norte, hasta el de Puno, en el sur del país.
Su presencia en todos los departamentos de la región fisiográfica central (Huánuco, Pasco, Junín, Ayacucho, Huancavelica, Apurimac, Cusco, Arequipa) y aún en un sector de la costa, departamentos de La Libertad, Ancash y Lima.

Esa dispersión toponímica y semántica del término parecería concordar con los postulados de Cerrón Palomino, en el sentido que sintetizaría la historia de la lengua aimara, desde su procedencia centro–andina y su desarrollo en dirección sureste, hasta su discontinuidad frente a la expansión incaica del quechua y posterior sumersión por la invasión castellana, pero siempre emergente, a flor de piel, en el altiplano boliviano; razonamiento que contradice las teorías tradicionalmente dominantes que ubican a esta última región como la zona de su origen y expansión. [23]

Lingüísticamente, dice el autor citado, se logró bosquejar la historia y evolución del quechua y del aimara, postulándose su formación en la sierra central peruana, para ambas lenguas, con expansiones tardías y sucesivas en dirección sureste dado que el registro etnohistórico y lingüístico, revela la presencia del aimara en la costa y en la sierra centro-sureña peruana, no como el resultado de avanzadas de procedencia altiplánica sino, por el contrario, como un testimonio de su progresión desde esas regiones del Perú con dirección sureste, llegando hasta el norte de Chile y noroeste de Argentina. [24]
La penetración foránea interrumpió esa continuidad territorial “dejando como único testimonio de su presencia la toponimia rastreable hasta la actualidad”. [25]

Si bien el término aimara marka, como ya se dijo, es compartido por los repertorios de voces de ambas lenguas andinas, parece lógico señalar que el equivalente de ese término en la lengua quechua, es “llaqta”, expresión que hace referencia a una dimensión territorial indeterminada, que tanto puede ser un caserío, como un pueblo o un contorno espacial más amplio.
  En Perú existen numerosos topónimos con este nombre, adulterados a veces en su transcripción, como Mosocllacta (en quechua, musuq llaqta, nuevo pueblo) es la capital del distrito del mismo nombre, en el departamento de Cusco; Pampallacta es una comunidad campesina del distrito de Pisac; Llaqta Machay, es un poblado del departamento de Huancavelica, así como Musuq Llaqta forma parte del departamento de Junín, entre otros.
En Bolivia, por ejemplo, encontramos la comunidad rural de Llajta Chimpa en Potosí, las estancias Huasa Llajta y Pata Llajta en Chuquisaca, así como el poblado de Amullajta en el departamento La Paz.
En la provincia de Mendoza (Argentina) tenemos, como un ejemplo de la penetración quechua, la ciudad de Uspallata (uspha: ceniza y llaqta: ciudad, pueblo, comunidad, villorrio, comarca) [26] es decir, “pueblo o comarca de las cenizas”, denominación atribuida a las avanzadas incaicas que ocuparon y poblaron este valle, hace algo más de 500 años, con el fin de extraer oro y plata, dejando repetidos vestigios arqueológicos que testimonian su presencia en el área.
El origen del topónimo se explicaría por algún episodio eruptivo producido en la zona, con lluvia y posterior depósito de cenizas volcánicas, fenómeno que, sin ser frecuente, tampoco es extraño en esa región andina, delimitada por cientos de cráteres, activos e inactivos, que se yerguen en la periferia de la provincia.

Por último, es de destacar que la mayor parte de los topónimos citados (mark/marka/marca) como aquellos que deliberadamente se han omitido, corresponden a pequeños caseríos, villorrios, aldeas o poblados rurales, lugares o parajes escasamente habitados y que, no obstante la importancia que pudieron haber tenido en tiempos remotos (las reliquias arqueológicas suelen dar cuenta de ello) fueron prácticamente ignorados por el centralismo de las grandes potencias históricas que posteriormente ocuparon esos territorios, como infiere Klauer, conquistas e invasiones que causaron gravísimas alteraciones en el desarrollo de los mismos, mientras que los remotos y generalmente aislados espacios pasaron usualmente inadvertidos, porque no existieron motivaciones para la explotación económica del lugar u otras razones de índole política o religiosa que justificaran la substitución de sus nombres, los que se mantienen impolutos desde la más remota antigüedad, aunque la mayoría de ellos, hayan extraviado la noción de su significado.[27]





[1] - Césare Cantú: Compendio de la Historia Universal / versión castellana por J. B. Enseñat – Biblioteca Virtual Cer-
[2] - Real Academia Española: Diccionario de la Lengua Española (DRAE) 22.ª Edición (2001)
[3] - Según algunas fuentes, que no he podido consultar directamente, como el Diccionario Etimológico de Joan Coro-
     mines, la raíz indoeuropea merg/merk expresaría la idea de linde o frontera.
[5] - Miguel Ángel Ladero Quesada: Sobre la evolución de las fronteras medievales hispánicas (Siglos XI a XIV)
     Publicado en Identidad y representación de la frontera en la España medieval (siglos XI-XIV) – Casa Velázquez y
     Univ. Autónoma de Madrid - 2001
[6] - Juan Miguel Soler Salcedo: Nobleza Española. Grandeza Inmemorial 1520 – Ed. Visión Libros – Madrid – 2008
[7] - Joan Tort: Toponimia y marginalidad geográfica. Los nombres de lugar como reflejo de una interpretación del es-
     pacio. Scripta Nova. Revista electrónica de geografía y ciencias sociales. Universidad de Barcelona – 2003 –
[8]   - Rodolfo Cerrón Palomino: Libros Peruanos – Artícs. y entrevistas – Lima (2008) - http://www.librosperuanos.com
[9] - Prof. Lydia Fossa: Dos khipu, una narrativa: respondiendo a las interrogantes de Urton - Universidad de Arizona      
[10] - Se sigue el principio de escribir los nombres de las lenguas (glotónimos) según la normativa castellana, aunque
        los que se expresan en las respectivas lenguas escriben aymara, kichwa, qheswa, kechwa, etc.
[11] - Rodolfo Cerrón Palomino: Tras las huellas del aimara cuzqueño – Revista Andina Nº 1 – Julio 1999 –    
[12] - Rodolfo Cerrón-Palomino: Examen de la teoría aimarista de Uhle –
[13] - María L. Rodríguez – Onomástica quechua – Revista Interacción Nº 44 – Mayo 2006 – Bogotá – Colombia
[14] - Aspectos geográficos, sociales, históricos y culturales de Bambamarca - http://www.cutervoahora.com/
[15] - Rodolfo Cerrón-Palomino: Las etimologías toponímicas del Inca Garsilaso – Revista Andina nº 38 – Cuzco –
       Perú - 2004
[16] - Roberto Choque Canqui: Cinco Siglos de Historia – Plural Ed. – La Paz – 2003 –  http://books.google.com.ar/
[17] - R. Vírhuez Villafañe: Topónimos quechua en Marca – 2001 - http://www.rvirhuez.tripod.com/en_toponimia.htm
[18] - Dicc. Quechua-Español – Acad. Mayor de la Lengua Quechua - Gobierno Regional Cusco - 2005
[19] - Marcos S. Karlin y otros: El Chaco árido – Univ. Nac. de Córdoba – 2013 - http://books.google.com.ar/
[20] - Katari Diccionario Quechua - Aymara - http://www.katari.org (Entre otras muchas fuentes)
[21] - Dicc. Quechua-Español – Acad. Mayor de la Lengua Quechua - Gobierno Regional Cusco – 2005 (Entre otras)
[22] - Pueblos del Perú – Atlas colaborativo del Perú - http://www.pueblosdelperu.org/
[24]- Rodolfo Cerrón Palomino: El origen centroandino del aimara – Boletín de Arqueología PUCP Nº 4 – 2000 –
[25] - Rodolfo Cerrón Palomino: Examen de la teoría aimarista de Uhle – Univ. Católica del Perú – Lima (1998)
[26] - Dicc. Quechua-Español – Acad. Mayor de la Lengua Quechua - Gobierno Regional Cusco - 2005
[27] - Alfonso Klauer: ¡Gua!, el insospechado origen del lenguaje - www.nuevahistoria.org - 2007 – Lima - Perú



Habiendo terminado de escribir los párrafos precedentes, encuentro en la Web este peculiar libro que se refiere a la presencia vikinga en América, unos quinientos años antes que Cristóbal Colón y a su verosímil influencia en todos los aspectos de la cultura indiana.
En cuanto al idioma vikingo de los siglos IX a XI, el "antiguo norrés", que pertenecía a la rama de las lenguas germánicas, es el ante-pasado común de los actuales idiomas escan-dinavos: danés, sueco, noruego e islandés y del cual derivaría el vocablo quechua-aimara marka, según este autor.





Jacques de Mahieu: El imperio Vikingo de Tiahuanacu - 
Ed. Casa de Tharsis - Cochabamba - Bolivia - 2013
http://www.pdfarchive.info/pdf/D/De/De_Mahieu_Jacques__El_imperio_vikingo_de_Tiahuanacu.pdf



Jacques Marie de Mahieu 
(París, Francia, 31 de octubre de 1915 - Buenos Aires, Argentina; 4 de octubre de 1990)
Fue un sociólogo, filósofo y antropólogo que emigró a la Argentina, por razones políticas, al término de la Segunda Guerra Mundial y la consecuente caída del régimen nacional-socialista. 
Autor de una veintena de títulos relacionados con la historia, la geografía, la economía y la política argentina, americana y mundial.